Michael y Yo
Por Phil Jackson


El legado que debe quedar en la NBA de Michael es su exquisito comportamiento en la cancha y su extraordinario sentido de la competitividad.

Mucha gente aprecia a Michael Jordan como un atleta de primera fila capaz de correr muy rápido, saltar muy alto y anotar puntos con facilidaaad. Para ellos, se trata de un jugador físicamente superior a sus contemporáneos.
Todo esto es cierto, pero hay otras verdades sobre Michael que quizás no se sean tan fáciles de ver: su entendimiento sobre los conceptos de equipo, sus cualidades como competidor y su compasión. Son las cualidades ocultas que han formado a el lazo más profundo entre Michael y yo.
Tengo que confesar que me he sentido asombrado por la capacidad de liderazgo de Michael y su habilidad para crecer y superarse en cualquier ocasión, por complicada que fuera. Era capaz de anotar 30 puntos con inusitada capacidad, pero se comprometía al máximo con los objetivos del equipo y en su afán de hacer mejores las cosas mejores y más efectivos a sus compañeros.
Tras entrenarle durante ocho temporadas, sigo maravillándome al pensar la energía que nos transmitía su entusiasmo, incluso en los entrenamientos. Me refiero a que él nunca se tomaba un día libre. Como jugador, yo tenía cualidades modestas, así que siempre tuve que trabajar al máximo para poder jugar y llevar mi esfuerzo al máximo nivel. Su ética de trabajo a sido una de las conexiones más importantes de nuestra amistad.
Lo más importante en Michael es que ninguno de sus atributos de juego los adquirió por casualidad. Cuando llegó por primera vez a la NBA en 1984, era primordialmente un buen penetrador. Su tiro exterior dejaba bastante que desear. Así que durante las pretemporadas acudía todos los días al gimnasio y a la pista de entrenamiento y ejecutaba cientos de tiros desde todas las posiciones posibles. Poco a poco se fue convirtiendo en una auténtica amenaza desde la línea de tres puntos.
Y lo mismo ocurre con su excepcional juego defensivo; no le llegó de forma automática o casual. Tuvo que estudiar a los openetes, aprender sus movimientos favoritos y luego dedicar el tiempo necesario para aprender las técnicas necesarias para pararles. Trabajó de forma extremadamente dura para perfeccionar su juego de pies y su balance.
Hoy en día, muchos de los nuevos chicos que entran a formar parte de la liga, llegan con actitudes arrogantes, pensando que su talento es todo lo necesario para triunfar. Por el contrario, existe un gran componente de humildad en Michael lo que le permite afrontar mejor la dificultad que conlleva convertirse en un jugador más completo. Para mí, uno de los signos más importantes en la grandeza de Michael es que conseguía transformar sus debilidades en puntos fuertes.
Otras de las cualidades que más he respetado de Michael ha sido su comportamiento en la cancha. Hay muchos jóvenes que juegan con rabia, se burlan tratan de humillar al rival y se golpean el pecho después de un mate. Estos chicos están mucho más interesados en gratificaciones personales y muestran un gran egocentrismo.
El modelo de decoro en la cancha de Michael fue Julies Earving. La única vez que he visto a Michael encaraarse con algún jugador fue en un partido de los playoffs de 1992 ante los New York Knicks. Patrick Ewing, Charles Oakley Xavier McDaniel trataron de para de modo poco deportivo una acción de Scottie Pippen Y Michael se enfrento y encaró con Ewing. En ese momento Michael no trataba de echar al público encima de nadie, ni buscaba su protagonismo a costa de la humillación de otro. Tan sólo salió en defensa de su compañero. Fue un acto de coraje y liderazgo.
Haber sido entrenador de Michael durante todos estos años a sido un verdadero y absoluto placer. Pero más importante que nuestra relación profesional, siempre he considerado a Michael un amigo. Es innegable, que Michael ha sido elevado hasta un status inalcanzable por nadie en nuestra cultura -es casi imposible ver la televisión sin verle anunciar algún producto-. Pero sobre todo, ha logrado mantenerse como una auténtica persona, sin aprovechar o cambiarle su extraordinaria popularidad.
Todas las temporadas, se mostraba asequible para docenas de niños internados en la fundaación Make-A-Wish (formula un deseo) que atiende a los niños con enfermedades muy graves. Imagina lo difícil que resulta acercase a estos niños transmitiendo un espíritu y mensajes positivos. Y sinceramente, Michael les hacía su existencia más fácil, pintando una sonrisa y logrando que de alguna forma amaran el deporte del baloncesto.
Tras la retirada de Michael, espero que los jóvenes jugadores que tienen que ocupar su puesto como líderes de la NBA -como Grant Gill o Kobe Bryant- se muestren influenciados por el comportamiento de Michael y por su sentido de una generosa competitividad. Más que sus anillos de campeón, espero que éste sea el legado de Michael.

PHIL JACKSON fue el entrenador de Michael Jordan en los Chicago Bulls desde la temporada 1989-90 hasta 1997-98 ganó seis campeonatos con Chicago.


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