Luego de unos días de descanso el equipo de Washington ya motivado por haber conseguido su primer triunfo debió enfrentar a los Detroit Pistons quienes lo derrotaron por un abundante 114-88, Jordan no tuvo un mal partido, terminó con 24 puntos pero el problema fue que jugó pocos minutos ya que se resintió de su rodilla y prefirió descansar en la banca. Fueron esos los momentos en los que nos dimos cuenta lo mucho que necesita este joven equipo a Michael, y no solo encestando canastas, sino que también haciendo pases, robos o porque no algún que otro tapón. Jordan es como el espíritu de los Wizards.
Un par de noches después Jordan tenía su revancha, quería demostrarle a todos los que todavía no se habían convencido de que podía seguir siendo el mejor de todos los tiempos. ¿Cómo lo haría? Muy fácil, con 41 puntos ante los Nets de New Jersey, si bien el equipo no pudo alcanzar la victoria, Mike jugó de forma extraordinaria y logró remontar el marcador de 20 puntos abajo a solamente 4, pero el problema en los Wizards sigue siendo cuando Jordan llegaba a la banca, nadie lo podía reemplazar de forma digna y el equipo comenzaba a no encestar, a no conseguir rebotes y a perder cada vez por una diferencia más amplia.
Después de esta última derrota el director técnico de los Washington Wizards, Doug Collins decidió que en el partido de entrenamiento Michael no lanzara al aro, no porque él abusara de su cuerpo o porque no quisiera que se resintiera su rodilla, sino porque quería que el equipo aprendiera a jugar sin depender de Jordan, quería que aprendieran a tener confianza en sí mismos y en sus habilidades, sin importar si Jordan estaba en la cancha o no. Y así fue, en el siguiente partido ante los Pacers, aunque Jordan solo anotó 12 puntos, el equipo logró la victoria por 94-85. Quizás fue una de las mejores actuaciones del equipo en toda la temporada, finalmente demostraron que podían jugar sin depender totalmente de Michael.
Esta temporada no fue fácil para los Wizards, pero Jordan se mantuvo firme y motivado hasta el final. Aunque el equipo no logró clasificar a los playoffs, Jordan demostró que aún tenía mucho que ofrecer y dejó una huella imborrable en la NBA y en los corazones de los aficionados. Una vez más, Michael Jordan había demostrado que era el mejor de todos los tiempos.